Añoranzas garífunas
El mundo garífuna es a la vez rico en sabores terrestres y manifestaciones espirituales. Y a pesar de la discriminación, migración, interacción y reasentamiento que ha sufrido a lo largo de los años, es sorprendente ver, hoy en día, la identidad de la cultura garífuna fuerte y que permanece en diversas expresiones y formas: una lengua escrita, leída y hablada, danzas, ritmos, creencias, y artes visuales, entre otras. La obra presentada en esta colección, por Cruz Bermúdez, muestra la vida cotidiana del pueblo garífuna, inmersa en ecosistemas costeros del Caribe continental, asociando lagunas interiores con manglares y playas; y nos recuerda la riqueza del patrimonio cultural material e inmaterial de los Garinagus, Ulises negros desvarados un 12 de abril de 1797 en Punta Gorda en la Isla de Roatán frente a las costas del actual Honduras, después de ser expulsados por los ingleses de la isla de San Vicente.
Refiriéndonos a las palabras del etnólogo Douglas Mc Rae Taylor, comparando la cultura garífuna a “un postre africano confeccionado con ingredientes amerindios”, es imprescindible recordar que el idioma garífuna nacido en San Vicente es uno de los dos idiomas de grupos afrodescendientes en América Latina, junto con los Marones de la costa Esmeralda de Venezuela. Los Garífunas son los descendientes de los indios Caribes o Arahuacos y los esclavos africanos que naufragaron en la isla de San Vicente, aproximadamente en 1635. Estos cimarrones viajeros tienen mas de dos cientos años navegando en el Caribe, estableciéndose en América Central (Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua). La visión identitaria Caribe se arraiga desde entonces: un líder Garífuna, en 1797, afirma “Soy caribe, un caribe que no está subordinado a nadie”.
Los Garífunas se radican principalmente en los pueblos de la zona costera. Es una comunidad que posee un profundo conocimiento del mar; se han vuelto pescadores, marineros y hasta contrabandistas. Últimamente, los lideres Garífunas en Honduras se han enfrentado a diferentes megaproyectos turísticos, entre otros, en la bahía de Tela donde los conflictos por la tenencia de la tierra y la violación a los dominios plenos de sus comunidades se han generalizado. Según los discursos oficiales, sería una oportunidad para acceder al desarrollo, pero el sector turístico emplea muy pocas personas de la comunidad garífuna, lo que ha propiciado una emigración masiva hacía los centros urbanos del país (San Pedro Sula, La Ceiba, Tegucigalpa) y una ruptura con la comunidad. En el transcurso de estos últimos años, el éxodo hacía el Norte también se ha acelerado, dejando pueblos vacíos de jóvenes. Cruz, al abordar la migración, la comunidad, la identidad, y la cultura en su obra, nos recuerda que los Garífunas son una nación mas allá de las fronteras administrativas y territoriales: es un pueblo en movimiento constante. Desde hace mas de 300 años, la cultura garífuna ha sabido preservarse, evolucionando y adaptándose. Cruz comparte con nosotros estas añoranzas garífunas…
Cruz Bermúdez
Pintor hondureño nacido del puerto de Tela en 1953 y dueño de la galería “El Aura”, en el barrio Independencia del puerto. Desde muy joven sus pinturas fueron apreciadas por los teleños y poco a poco fue rompiendo ba¬rreras hasta hacer llegar su obra a muchos rincones de Honduras. Ha recibido varios reconocimientos por su obra destacando premios durante la primera Cumbre Mundial de Afro descendientes. Es docente en el Instituto Tecnológico Superior de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Textos: Samuel Jouault, Cruz Bermudez y Margaret Shrimpton
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